En el siglo XII, lo que hoy es la provincia de Guadalajara contaba con catorce señoríos, plazas fuertes que controlaban un territorio y las aldeas que había en él. Beleña de Sorbe era uno de ellos, y tuvo una importancia vital en el control de unas fronteras que, en ese momento, eran difusas y permeables a las incursiones enemigas. De aquellas glorias aún son visibles algunas pequeñas joyas como la iglesia de San Miguel, el puente sobre el Sorbe o los restos del castillo.
La primera mención de Beleña de Sorbe que se conoce es del año 1127 como una de las fortalezas pertenecientes a la archidiócesis de Toledo. Sin embargo, parece claro que su fundación es islámica y se erigió como parte de una red de castillos ideados para proteger el tránsito de los ríos que vertían sus aguas en la margen derecha del Henares. Precisamente, los restos del castillo de Beleña se alzan sobre un promontorio rocoso en la zona más alta del pueblo. Ocupaba más de 2000 metros cuadrados y de él salían las murallas que abrazaban la modesta población hasta cerrarse algo más abajo de la iglesia de San Miguel. De dichas murallas quedan algunos retazos que permiten imaginar la monumentalidad del enclave.
A la altura del municipio, el Sorbe baja encajonado en un pequeño cañón que obligó, probablemente en época califal, a la construcción de un robusto puente de piedra que, aunque restaurado, aún se alza imponente al oeste de la localidad. Pero quizás, el tesoro mejor guardado de Beleña de Sorbe es la iglesia románica de San Miguel, levantada durante la segunda mitad del siglo XII.
La iglesia de San Miguel tiene una única nave de 20 metros de longitud y, aunque fue reformada durante el gótico y el renacimiento, de su construcción original aún conserva la galería porticada con influencias mudéjares y, cobijada en ella, una impresionante portada románica. Ésta, abocinada con tres arquivoltas, tiene esculpido en la central, sin correr el riesgo de exagerar, uno de los mejores mensarios de toda España. El mensario, formado por 14 figuras, representa las tareas cotidianas y del campo que se llevaban a cabo en cada uno de los meses del año, de ahí su nombre. Así, se puede ver a un enero representado por la matanza del cerdo, un julio de siega, o el arado y la siembra de noviembre. Todo este grupo queda encabezado y clausurado por un ángel y una cabeza masculina, respectivamente. Su buena factura y su notable estado de conservación, hacen de la portada una de las visitas obligadas para los amantes del románico rural. Todo este patrimonio cultural, unido a un entorno natural inmejorable, permiten que Beleña de Sorbe muestre aún parte de ese carácter señorial que sin duda irradiaba en los tiempos que siguieron a las andanzas de Alvar Fáñez por estas tierras serranas.
Maravilloso patrimonio que, ADEL Sierra Norte divulga y pone en conocimiento del gran público, como uno de los atractivos más, en este caso patrimoniales de una comarca rica en historia.