Por Salvador Sánchez Carrillo. Museo Nacional de Ciencias Naturales, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Madrid. Pocos quedan aún que duden de la riqueza natural que alberga la provincia de Guadalajara. De los tesoros naturales y culturales que alberga la Sierra Norte, hay una joya que suele pasar desapercibida para los paisanos y visitantes por su modestia, por su camuflaje paisajístico: la Laguna de Somolinos.
La laguna está ubicada en las inmediaciones de Somolinos, una pequeña población rural de poco menos de 40 habitantes que desde la edad media ha vivido aprovechando las aguas de su entorno a través de una fundición de plata, una fábrica de papel, una ferrería, una hidroeléctrica y, actualmente, una casa rural cuyo atractivo es, entre muchos otros, su proximidad a la laguna y el trasiego de sus aguas. Parece que el nombre del pueblo viene de la abundancia de molinos que hubo aprovechando la regularidad de las aguas que emanan del Manadero, la salida natural del acuífero de Almazán-Sur. Bien, pero por qué dedicarle a esta laguna un artículo, qué tiene para que sea reconocida por el Estado como un Monumento Natural. Como imaginarán, no es fácil resumirlo en una frase pero podríamos decir que es un ecosistema singular, es decir, que no hay muchos como él ni nuestro país ni en el mundo. Para los estudiosos del medio acuático lo tiene todo: tiene el tamaño perfecto para poder ver y medir muchas cosas a la vez, tiene mucha agua todo el año, aunque está en un lugar elevado no se congela en invierno, tiene muchas especies vegetales y animales muy peculiares, es una laguna con un buen estado de conservación y su acceso por carretera es inmejorable. Ah, y como cualquier laguna que se precie también tiene sus monstruos, por supuesto. Claro, también tiene cosas malas, como que sus gélidas aguas no invitan al baño ni en los escasos días de calor que acontecen en la zona, pero esa es una nimiedad frente a lo que nos ofrece este laboratorio natural.
La principal peculiaridad de la Laguna de Somolinos tiene que ver con su origen: realmente la Laguna de Somolinos es un río represado de manera natural por una barrera tobácea. Y qué es esto, se preguntarán muchos de ustedes, pues es una barrera sólida, de carbonato, que solidifica sobre los vegetales al hacer estos la fotosíntesis. Aunque hoy día la barrera no puede observarse con facilidad debido a las construcciones de la antigua fábrica, los expertos han identificado hasta 3 barreras en diversas zonas del valle que indican la existencia de varias lagunas escalonadas. Algo así como lo que observamos en las Lagunas de Ruidera, aunque a menor escala. No querría aquí centrarme en un mero inventario de las plantas y animales que uno puede, con mucha suerte, encontrar y reconocer en esta y otras lagunas. Eso es algo que puede encontrar fácilmente tecleando Somolinos en Google o en otro buscador de internet o consultando la guía del patrimonio natural de la Sierra Norte que ADEL publicó recientemente. Mi interés es, más bien, describir cómo funciona la Laguna y cómo éste ecosistema contribuye al llamado equilibrio de la geobiosfera, vamos, al equilibrio de lo que nos rodea. Eso es lo que hemos estado tratando de hacer un grupo de científicos del Museo Nacional de Ciencias Naturales y del Real Jardín Botánico, ambos centros del CSIC, desde el año pasado de manera intensiva, con más esfuerzo y devoción que recursos económicos, tal como mandan los tiempos.
Es obvio que la clave de una Laguna es el agua y que en esta se cuenta con un abundante aporte durante todo el año a pesar de las pocas lluvias que recibe. Y si no llueve y hay agua sólo cabe que esta emerja del misterioso subsuelo. Esa es la clave hidrológica de Somolinos, el acuífero, que le regala algo más de 7 hm3 al año de agua (ó 7 estadios de fútbol repletos de agua) ¿Y esto es mucha o poca agua? Que cada uno juzgue: Somolinos almacena 100 mil m3, o lo que equivale a 40 piscinas olímpicas, y por ella pasan otras 2.800 piscinas cada año: casi nada. Y eso, que puede parecer mucho, para el volumen de agua que entra y sale anualmente del acuífero, unos de 220 hm3, es casi despreciable (3%). El continuo fluir del agua por Somolinos hace que las aguas de la laguna se renueven cada 5 días, una cifra lo suficiente alta como para que puedan ocurrir muchas cosas dentro de sus cristalinas aguas y lo suficientemente baja como para que se mantenga “limpia”. Y es que Somolinos, a simple vista, puede ser calificada como una laguna limpia y transparente. Un análisis más detallado nos dirá otras cosas: que la laguna produce sustancias nutritivas que serán usadas aguas abajo del río Bornova, o incluso del Henares, por otros organismos; que la laguna oxigena las aguas que pasan por ella; o que la laguna es un filtro eficiente de sustancias nocivas. Funciones que aunque invisibles al ojo humano no son baladí en lo que denominamos servicios ambientales de los ecosistemas. Pero para conseguir esto, los componentes del ecosistema deben cumplir una determinada función, moviendo los engranajes del sistema como una delicada maquinaria de relojería, evitando retrasos y holguras en el sistema.
Empecemos por las plantas, que hay muchas y diversas en Somolinos: ¿qué papel juegan las plantas? nuestros estudios nos han demostrado que las sumergidas, es decir, las que viven cubiertas por el agua, son las primeras que retiran las sustancias nocivas del agua y, a diferencia de lo que se suele pensar, no son la base de la cadena alimenticia en la laguna. Lo que si hacen estas plantas es liberar sustancias nutritivas cuando mueren y se descomponen en el agua que son aprovechadas por otros organismos como las bacterias. Y es que bacterias y hongos son claves en lagunas como esta que nos ocupa donde los nutrientes son deficitarios, amén de la escasa influencia de la actividad humana en el entorno. Es decir, que viven al límite de la supervivencia: llegan pocas sustancias nutritivas y el agua no se calienta lo suficiente en verano como para que los vegetales proliferen en abundancia. Eso sí, los recursos son aprovechados al máximo por los componentes del sistema: sólo se deshecha aquello que no se puede usar o que físicamente no se puede retener. ¿Y las algas microscópicas esas que dan un color verdoso al agua? ¿qué papel tienen en Somolinos? el fitoplancton (que así se llama a estas algas) no es muy abundante en esta laguna por los motivos argumentados antes. Además, si proliferaran mucho limitaría el desarrollo de las plantas que crecen en el fondo por lo que es posible que las plantas estén liberando alguna sustancia que impida el crecimiento algal. Pero el fitoplancton sí juega un papel importante en el sostenimiento de la cadena alimenticia de numerosas larvas de insectos o de algunos monstruos microscópicos de la laguna, alimento esencial para algunas de las especies de anfibios y peces que pueblan sus aguas. Anfibios, peces y aves resultan marginales en el contexto que estamos detallando, pero hoy sabemos que su presencia es fundamental para controlar la densidad de ciertas poblaciones de insectos cuyo crecimiento no parece limitado por la escasa producción del plancton.
Y esto es un esbozo de lo que es la Laguna de Somolinos: un paraíso en sí mismo. Invitamos al lector a que se acerque a la Laguna, la contemple de lejos, se aproxime, la vuelva a contemplar y piense en todo aquello que alberga en su interior pero que no puede ver. Esa es la verdadera magia de la naturaleza: que día tras día lo invisible ha trazado lo que hoy vemos. Sería una lástima perderla, así que cuidémosla, que no cuesta mucho.
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