Andrés Cemillán no nació en Arbancón, pero casi. Es hijo de guarda forestal y, consecuentemente, un gran conocedor de la Sierra Norte. No hay paraje, desde el pico del Lobo hasta las más domésticas llanuras de la Campiña, que no haya recorrido en quad, todoterreno o bicicleta con su cámara de fotos. Su cariño por el pueblo y el interés creciente en la localidad que muestran los turistas le decidieron a convertir en realidad una idea que rondaba su cabeza desde hacía tiempo: la construcción de dos apartamentos rurales en un paraje singular.
Arbancón es un lugar privilegiado quienes gustan de emplear el tiempo libre disfrutando de la naturaleza. Está en un cruce de caminos. Por un lado, la arquitectura negra. Por otro, el Románico Rural. Cerca, los embalses de Alcorlo, Beleña, Pozo de los Ramos y el Vado. Y allí mismo, el museo de la Botarga y el impresionante retablo barroco de la iglesia. Además, el emprendedor ha radicado su sueño en un lugar mágico: el arroyo Salcedo, que refresca los pies del caserío del pueblo. “Dicen los mayores que antes de que se construyera nada aquí, era una charca a la que bajaban a jugar con las ranas”, explica Andrés.
Mientras abre la puerta de La Fuentevieja -así le ha llamado a su negocio por la cercanía a ese lugar- se oye el rumor del agua, que, según la época del año y el caudal, deja escuchar su paso. Enfrente de la fachada, el otero del campo serrano. Ocre, ahora en otoño, pronto transformará el marrón por el verde de la mies recién nacida. A su espalda, los muros pétreos del monumento.
La primera vez que se edificó el paraje fue en 1977. La obra quedó a medias y, después de sucesivos avatares, el local acabó en manos de un madrileño que lo transformó en el primer, y único, videopub de la comarca. Fue el famoso “Arroyo”, en el que se remataban las juergas de Cogolludo o de Jadraque de los años ochenta y noventa. “Allí vimos por primera vez películas como Apocalipse Now o E.T.”, recuerda Andrés, que tampoco ha olvidado como subía las calles empinadas de Arbancón de vuelta a casa muerto de miedo después de ver cintas como La niña del exorcista o alguna versión de Drácula en la enorme pantalla “que había justo allí”, refiere señalando el lugar en el que estaba. “Todavía impresionados, nos asustaba el vuelo de las lechuzas y hasta nuestras propias sombras”, dice recordándolo con una sonrisa melancólica.
Andrés le puso fin al lento declive del sitio transformándolo en dos coquetos apartamentos rurales. Su ubicación, en la parte baja del pueblo, le permite tener entrada independiente en diferentes alturas. El emprendedor comenzó la obra hace casi dos años. Su proyecto fue agrandándose y encareciéndose progresivamente, “porque cuando construyes con cariño, no reparas en gastos”. Ahora, muy cerca ya de su apertura al público, el espacio es el fiel reflejo del gusto por el detalle de Andrés, que no ha dejado nada a la improvisación. Cada rincón tiene la decoración justa. Bañera de hidromasaje, cortinas de diseño, ambientes selectos en un espacio diáfano, sofás cómodos y home cinema, todo un homenaje al viejo local, son los detalles de un sitio pensado para el descanso romántico, o en familia.
En cualquier caso, Andrés es consciente de que ya no es suficiente con el continente “al que también hay dotar de contenido”, asegura. El arbanconero concibe el negocio de los apartamentos como un fin de semana a la carta. “Lo que queremos es que la magia del lugar y de su entorno conviertan la experiencia turística en un tiempo que permanezca en la memoria de la pareja”. Andrés tiene contacto con un buen número de proveedores de la comarca “para incluir oferta gastronómica en el fin de semana, por si no quieren cocinar, de manera que, si lo desean, pueden venir a Fuentevieja en modo pensión completa”. De igual manera los clientes contarán con otro buen menú de propuestas turísticas como safaris fotográficos, actividades micológicas, rutas en bicicleta de montaña, caballos o turismo enológico, para lo que “contaremos con las cercanas bodegas Finca Rionegro”, asegura.
Que el arbanconero no ha escatimado un detalle es algo que se percibe cuando uno se sienta en los sofás y divisa el ambiente cálido. “Tenía en mente emprender de igual manera, pero la ayuda de ADEL ha sido un desahogo”, explica. Ya es posible reservar a través de la web www.fuenteviejarural.es
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